En el programa Radio Con Todos de RBC, la Dra. Susana González, bióloga del Instituto Clemente Estable, se refirió a la muerte de Clemente Tabaré, el venado que nació mediante inseminación artificial con el objetivo de renovar la genética del rebaño.
“Es muy triste, pero antes que nada quiero transmitir algunos mensajes positivos. Cuando uno trabaja en conservación y con especies amenazadas, debemos estar preparados, porque siempre estamos entre la vida y la muerte. Las acciones que realizan los investigadores y técnicos deben ser muy meditadas y cuidadas, como lo fue en este caso.
Lo positivo que podemos destacar es que aprendimos a trabajar en equipo y disfrutamos del nacimiento de Clemente, lo cual no es poco: es muchísimo. Clemente vino a enseñarnos que es posible introducir genes de la naturaleza. Además, fue un venado muy especial en cuanto a su tamaño, desarrollo, agilidad y comportamiento, lo que probablemente influyó en este desenlace. Mostraba un comportamiento diferente al de otros venados de su misma edad nacidos en cautiverio durante muchos años.
Todo esto es una oportunidad para aprender, mejorar y nunca bajar los brazos. Aunque nos entristece su pérdida —Clemente vivió apenas tres meses—, aprendimos mucho, desde el personal de ECFA hasta los científicos que participaron desde Brasil. La ciencia es fundamental para manejar los rebaños, con protocolos verificables y mínimamente invasivos.
Como investigadores en conservación, siempre nos enfrentamos a situaciones tristes. Cuando una especie está amenazada, la humanidad es responsable en gran medida, y nuestra tarea es mejorar día a día, difundir conocimiento y promover el respeto por la naturaleza.
Sobre un nuevo intento de inseminación, la Dra. González señaló: “Está previsto para el año próximo, aunque estamos a la espera de financiamiento. Este año lo tomamos como un período de evaluación para ajustar prácticas, preparar hembras y optimizar recintos y procedimientos”.
En cuanto a los recursos, explicó que la Intendencia de Maldonado aportó su contrapartida, incluyendo técnicos y alojamiento durante el procedimiento, mientras que otros gastos, como salidas de campo y compra de equipos, fueron cubiertos por la fundación británica Whitley Award.
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