Sinéad O’Connor murió a la edad de 56 años, provocando dolor y homenajes para una cantante que cautivó y en ocasiones conmocionó al mundo.
La familia de O’Connor emitió un breve comunicado el miércoles por la noche anunciando la muerte de una artista y activista que permaneció en el centro de atención, a menudo en contra de sus deseos, después de encabezar las listas en 1990 con el sencillo Nothing Compares 2 U.
“Es con gran tristeza que anunciamos el fallecimiento de nuestra querida Sinéad”, dijo el comunicado. “Su familia y amigos están devastados y han pedido privacidad en este momento tan difícil”.
La muerte de la cantante irlandesa se produjo 18 meses después de que su hijo Shane, de 17 años, muriera después de salir de un hospital mientras estaba bajo vigilancia suicida. O’Connor tuvo otros tres hijos.
La noticia sorprendió a la industria de la música y a la Irlanda natal de O’Connor. El taoiseach, Leo Varadkar, expresó su pesar. “Su música fue amada en todo el mundo y su talento fue inigualable e incomparable. Mis condolencias a su familia, sus amigos y todos los que amaban su música”.
Micheál Martin, el viceprimer ministro, dijo que Irlanda había perdido a uno de sus mayores íconos musicales. “Nuestros corazones están con sus hijos, su familia, amigos y todos los que la conocieron y la amaron”.
Micheál Martin, el viceprimer ministro, dijo que Irlanda había perdido a uno de sus mayores íconos musicales. “Nuestros corazones están con sus hijos, su familia, amigos y todos los que la conocieron y la amaron”.
Colm O’Gorman, director ejecutivo de Amnistía Internacional Irlanda, dijo que pocos artistas habían tenido tal impacto social y cultural. “Que pérdida. Sentidas condolencias para sus hijos, su familia y todos los que la amaban”.
Fachtna Ó Ceallaigh, quien dirigió a O’Connor de 1986 a 1990 y en años posteriores, dijo que abrió camino para otras artistas femeninas. “No era solo que tuviera un aspecto único: su voluntad de decir lo que creía que era la verdad forjó un nuevo camino para que las mujeres en la industria de la música se acercaran lo más posible a su verdadero ser”.
Ó Ceallaigh dijo que la cantante luchó con su éxito después de 1990. “Cuando las personas son catapultadas a la arena pública, particularmente a una edad tan temprana, puede tener un impacto devastador. Le dio una gran plataforma, pero eso quizás conllevaba una responsabilidad abrumadora y no estoy muy seguro de que ella fuera capaz de hacer frente a eso.
“Es importante que los artistas se den cuenta de que no es oro todo lo que reluce. Su vida y su época fueron una terrible manifestación de eso”.
Después de abjurar del estrellato convencional durante la mayor parte de su carrera (algunos nunca la perdonaron por romper una foto del Papa Juan Pablo II en Saturday Night Live en 1992), la dublinesa había disfrutado de un renacimiento en los últimos años.
La religión y la espiritualidad marcaron su vida. En el dorso de su mano estaba tatuado “el león de Judá romperá todas las cadenas” y en su pecho había un gran tatuaje de Jesús. En su cuello estaba “todas las cosas deben pasar”, otra cita bíblica.
A fines de la década de 1990, un obispo de un grupo católico independiente la ordenó como sacerdote y dijo que quería ser conocida como Madre Bernadette Mary. En 2018 se convirtió al Islam y cambió su nombre a Shuhada’, pero continuó actuando con su nombre original.
Experimentó problemas de salud mental y física, que relató en publicaciones y entrevistas en las redes sociales, con un tono que variaba de irónico a agonizante.
The Guardian
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