Nacido el 20 de junio de 1989, en la provincia de Kindu, República Democrática del Congo, Wala Matala Rodrigue, mantuvo su primer contacto con un «hombre blanco» en 2002 cuando conoció en aquel momento al soldado Alberto Ruiz, casco azul uruguayo.
“No tenía costumbre de andar atrás de los militares uruguayos, pero un día Luis me convidó con una galletita, a partir de ese momento yo empecé a buscarlo todos los días” explicó Wala en comunicación con prensa del MDN.
Pese a los incesantes consejos de su madre para que no se acerque a los hombres blancos, Rodrigue se las ingeniaba para ir en búsqueda de sus nuevos amigos, o como el manifiesta “de un nuevo destino”.
Criado en el seno de una familia muy pobre, a los 10 años Wala Matala tuvo que dejar los estudios, recuerda que en aquel momento su mamá le dijo que a falta de su padre en la casa era imposible para la familia seguir pagando los mismos.
“Me costó mucho en aquel momento darle esa noticia al soldado Ruiz, porque yo no hablaba tanto español, pero apenas me entendió me dijo que él se haría cargo de los costos de la escuela. Fue una alegría inmensa, no sólo me pagaba la escuela, sino que también me compraba la ropa”, puntualizó.
No todo lo que pasaba alrededor de esa nueva amistad era alegría, la fecha de rotación de militares se acercaba y Alberto tenía que regresar a Uruguay, “recuerdo muy bien aquel día, fui al aeropuerto a despedirlo, no sólo se iba mi amigo, sino que también la ayuda que yo tenía para poder estudiar y por momentos también comer, me acuerdo que nos abrazamos y los dos lloramos mucho antes de que saliera el avión”.
Wala Rodrigue continuó en su adolescencia el trato con efectivos uruguayos y de esa manera fue consiguiendo siempre alguien que lo ayude con sus estudios, o como él menciona “se iban relevando no sólo en las tareas los uruguayos, sino que también para ver quién me ayudaba a estudiar”.
Luego del repliegue del contingente de la Armada Nacional de Kindu, Wala entusiasmado por su “barra” (como llama al grupo de amigos uruguayos) fue a probar suerte a la ciudad de Goma, a unos 800 km por tierra o casi 400 km por aire.
“Me costó una semana encontrar la base, me habían dicho que ahí estaba el contingente más grande de Uruguay, por eso me fui a probar suerte, junte una plata que tenía y me fui, dejando atrás a mi madre con quién mantenía contacto por celular”.
El primer trabajo de Wala con el personal uruguayo fue como traductor local, sin contrato de ONU, hasta el año 2013 – 2014 donde según recuerda “llegó el coronel Rivera Elgue que ahora es subsecretario del Ministerio de Defensa de ahí. Pidió que se me hiciera un contrato con ONU y así ser oficialmente el traductor de esa base”, recordó.
En junio hará un año que Wala Rodrigue ya no trabaja para la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO), pero continúa su amistad con los efectivos uruguayos.
“Acá mucha gente me dice que yo soy un uruguayo más en el Congo y así lo siento, yo amo al Uruguay y a su gente, conozco militares de otras partes del mundo, pero no hay como el uruguayo, lamentablemente el racismo continúa en muchos lados, pero yo puedo confirmar que si hay una persona que no es racista es el uruguayo a quién siempre estaré agradecido”, puntualizó.
Wala Matala Rodrigue es reconocido desde hace unos años en nuestro país por su fanatismo al Club Nacional de Football, “me hice hincha de Nacional por las canciones que me enseñaron, después conocí más sobre la historia del club y hasta me regalaron camisetas y libros, tengo un sueño muy grande, poder ir a ver a Nacional al Parque Central”.
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