La justicia de Río de Janeiro ordenó ayer el cierre de playas, hoteles y restaurantes en el balneario de Buzios, a 170 km de la ciudad, y dio 72 horas para que los turistas abandonen la ciudad, que vive un repunte de infecciones por coronavirus.
La medida generó protestas en comerciantes, empresas y operadores del turismo, que advierten sobre los efectos de un nuevo estancamiento de las actividad en uno de los principales destinos turísticos de Brasil.
“La alcaldía no amplió el número de camas de hospitales” como prometió, por lo que existe un “elevado riesgo de colapso de la red de salud y la necesidad de un aislamiento social completo”, dijo el juez Raphael Campos.
“Los casos confirmados de covid-19 en la ciudad aumentaron a 453 en siete días, con las mismas once camas de UTI” (Unidades de Tratamiento Intensivo), añadió el magistrado.
El gobierno comunal afirmó en un comunicado que cumplirá la orden, que tiene efecto inmediato y vigencia hasta fines de diciembre, pero intentará revertirla en otras instancias judiciales.
Según datos del Ministerio de Salud, hay una curva ascendente de casos desde hace una semana, con más de 100 por primera vez desde junio el pasado miércoles 10 de diciembre.
Decenas de trabajadores del sector comercial protestaron frente a la sede del juzgado con carteles que decían “Lockdown no” o “Buzios no cierra”, según mostró la prensa local.
El nuevo ministro de Turismo, Gilson Machado, también criticó la medida: “el sector no aguanta un nuevo confinamiento”, afirmó al asumir su cargo ayer.
Buzios, una península con playas de agua cristalina, cuenta con numerosos hoteles de lujo y un polo gastronómico que mueven la economía para unos 30.000 habitantes.
Brasil vive desde noviembre un repunte de casos de coronavirus y el miércoles registró un récord diario de 70.500 infecciones nuevas, de un total de 7 millones de casos y 183.735 muertes notificadas desde el inicio de la pandemia.
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