El dato fue revelado en un informe presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, elaborado por la Universidad Católica.
Uruguay se erige como el mayor consumidor de cocaína en per cápita de toda Latinoamérica y es, a su vez, uno de los mayores del mundo. Así lo recogen las páginas del informe “Ideas para agendas emergentes / Análisis exploratorio del narcotráfico en Uruguay” que presentó este jueves el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El extenso documento estudia el fenómeno del narcotráfico en Uruguay apunta a una serie de recomendaciones al respecto. El documento lo realizaron docentes del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica del Uruguay (UCU) con base en datos del año 2020 de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Mundial.
“El aumento de la violencia relacionada con las drogas en Uruguay, como en el Cono Sur de América Latina en general, está asociado con al menos tres factores: el cambio en la geografía de las economías políticas ilícitas transnacionales -o el comúnmente denominado lado clandestino de la globalización-, la variedad en la capacidad -y en algunos casos complicidad- de las instituciones estatales a cargo del orden público, y la competencia entre Estado y grupos criminales para controlar el territorio”, establece el documento en su inicio.
El documento estudia el narcotráfico en un contexto general, donde destaca que lo que sucede en Uruguay no está aislado de lo sucedido en Colombia o Bolivia. Los investigadores destacan que América Latina y Europa destacan como productores, consumidores y zona de tránsito de drogas.
No solo consumo, también ruta
Como se dijo anteriormente, el informe pone a Uruguay en la cabeza de la lista de consumidores de clorhidrato de cocaína en términos per cápita en Latinoamérica y en el mundo. Sin embargo, el informe destaca que, pese a que tradicionalmente el país fue un lugar de destino final de las rutas de tráfico (para consumo) en los últimos se le usa como ruta de salida.
“Esto pone al puerto de Montevideo en niveles de relevancia similares a los de las rutas tradicionalmente establecidas a través de Brasil y Venezuela con destino al mercado europeo”, explican.
Asimismo, establece una relación directa entre el ingreso y el consumo. “Estados Unidos es el país de mayor ingreso per cápita en el mundo, y también el de mayor consumo per cápita de cocaína: el 2,7 % de su población consumió esta droga en el año 2017”, de acuerdo a datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, correspondientes a 2019.
En este sentido, Uruguay, Argentina y Chile son, en ese orden, los tres países del continente que más cocaína consume per cápita y, del mismo modo, también son los de mayor ingreso per cápita.
El mercado en términos económicos
Una de las cosas que resalta el documento es la relación económica existente con respecto al narcotráfico. En tal sentido, destaca que esta actividad resulta altamente lucrativa, por lo que se erige como un competidor serio de los mercados formales de trabajo. Esto se hace mucho más patente si se considera que esta actividad tuvo un gran aumento en un contexto de crecimiento económico que sufrió el país en las últimas décadas.
“El financiamiento del narcotráfico penetra el Estado para garantizar la movilidad del producto y la continuidad del mercado. Esta penetración ocurre a partir de incentivos para facilitar el tráfico, que ocurren en general en forma de estímulo económico, coerción por amenaza de uso de fuerza, o el uso mismo de la fuerza con el fin de desestimular controles futuros. Precisamente por su condición de ilegalidad y su alta lucratividad es que presenta una gran capacidad de penetración de las estructuras estatales”, explica el documento.
En las líneas del texto se destaca la multicausalidad de la penetración del narcotráfico en el país y apunta, entre otros, a dos grandes pilares: la economía del país y la permeabilidad del Estado, sobre todo en los contextos más críticos de la sociedad.
Aunque no solo existe en Estado débiles, el hecho de que exista uno donde se dificulte el control sobre sus territorios facilita la proliferación de esta actividad. Uno de los sectores más débiles (y de menos control) son donde hay pobreza. “Cuando los mecanismos de socialización habituales, como el empleo y la educación, no permiten alcanzar estándares mínimos de bienestar, cobran relevancia las trayectorias de socialización alternativas, como el delito. El crimen organizado, y en particular el narcotráfico, tiene capacidad de seducir con trayectorias de socialización atractivas en el corto plazo”, afirma el documento.
Diario La R
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