Por Carlos Peláez
Exactamente a tres meses de la muerte de los abogados Mercedes Nieto y Mario Cabrera se confirmó que el caso pasará a la fiscalía de Homicidios.
La familia contrató al abogado Juan Fagúndez quien ya mantuvo una reunión con la fiscal Ana Rosés, hasta ahora a cargo de la causa, a la que se entregó una pericia privada a cargo de Néstor Figueroa, Oficial (r ) de la Dirección Nacional de Bomberos y experto investigador.
El informe concluyó que el incendio ocurrido en la casa de fin de semana de ambos profesionalesde, ubicada en las sierras de Garzón, no fue accidental y establece que hubo “una o más personas” implicadas en el crimen.
La investigación del perito establece la presencia de, por lo menos, una tercera persona que sería la responsable de originar el fuego. De acuerdo a las pericias realizadas por Figueroa, se señala el posible uso de gasoil para quemarlos después de muertos, aunque como los cuerpos estaban totalmente calcinados las pericias forenses no pudieron determinar la existencia de heridas.
La investigación descartó que el fuego se hubiera iniciado en la estufa de leña, como lo señaló el primer informe de Bomberos. Ahora, según se informó, el caso pasará a la fiscalía de Homicidios.
Investigadores policiales sospechaban doble homicidio
Apenas se supo del incendio y la existencia de dos víctimas, las primeras informaciones difundidas explicaban que se había tratado de un accidente. Alguno de los dos había intentado encender la estufa a leña usado un líquido acelerante, con tan mala suerte que el fuego alcanzó al recipìente que habría explotado envolviendo a las dos personas en llamas.
Eso establecía el primer informe realizado por un agente de Bomberos de Garzón que ahora se supo nunca estuvo en el lugar y además contiene varios errores. Pero a los investigadores policiales esa información no conformó. Dos fuentes policiales dijeron entonces a Caras a Caretas que “hay cosas que no cierran”.
En principio porque una persona cubierta por el fuego lo primero a que atina es a correr o salir del lugar y en este caso, por la forma en que se los encontró, daba la impresión de una muerte súbita. Luego, ese sábado a mediodía brillaba el sol y hacía calor, no se justificaba el encendido de la estufa y más si tenían previsto regresar a Maldonado esa misma tarde porque tenían entradas para el cine a la hora 18.
Además de investigar qué pudo haber ocurrido en esa casa entre las 13.30 y las 15.30 cuando se avisó del incendio al 911, otra pregunta desvelaba a los policías: ¿qué fue lo que usaron para que el calor resultante destruyera los cuerpos pero no a la estructura de la casa?
Para reducir un cadáver a cenizas se necesita una temperatura de unos 1.000 grados y se demora unas tres horas. Si esa temperatura se hubiera generado en el interior de la casa, las chapas del techo habrían desaparecido y probablemente quedara poco de la estructura de ladrillos. Pero si se sabe que la temperatura alcanzó entre 800 y 1.000 grados porque algunos vidrios y los tornillos que los sostenían se derritieron.
En tanto la estructura de la casa y el techo de chapas de zinc no fueron afectados, lo que descartaba una violenta explosión. Sólo se quemaron muebles, enseres y algunas aberturas. A tres meses de ocurrida la tragedia, la policía no ha avanzado en la investigación. Curiosamente el celular de una de las víctimas, totalmente quemado, fue encontrado por la familia una semana después de que los efectivos policiales periciaran la casa.
Quién, por qué, cómo
Nieto y Cabrera eran pareja desde adolescentes y compartían su estudio. No se desempeñaban en el ámbito penal. Ambos eran muy conocidos y apreciados socialmente. Si bien vivian comodamente de su ejercicio profesional, no eran personas adineradas. No se le conoce ningún conflicto. El pequeño ranchito, ubicado en un recóndito lugar de las sierras cerca de Garzón, no es de fácil acceso.
Hay que conocer el lugar porque solo se llega por caminos vecinales. No hay energía eléctrica ni telefonía celular y no hay vecinos cerca. Sus propietarios iban periódicamente, pero no tenían una rutina. Eso permite establecer que quién, o quienes, los ultimaron hicieron tareas de inteligencia previa como para saber que ese sábado estarían allí y probablemente los siguieron. En tal caso, no se descarta la participación de sicarios.
Más difícil es establecer el motivo. No eran personas conflictivas, por el contrario todos quienes les conocieron, que son muchisimos en Maldonado, destacan su carácter afable. Tampoco tenían participación política más que el voto e incluso muy pocos comocían sus preferencias partidarias. Sus computadoras fueron entregadas a la policía, aunque la familia respaldó los discos duros. Tampoco será sencillo saber cómo murieron. Pero ya está claro que no fue un accidente.
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El agente de Bomberos de Garzón debería ser dado de baja, por imbécil e inoperante.