El hasta ahora príncipe de Gales, que ha expresado su opinión sin cortapisas sobre todos los grandes asuntos de su tiempo, deberá aprender a mantener la neutralidad que practicó Isabel II.
“La muerte de mi amada madre, su majestad la reina, es un momento de gran tristeza para mí y para todos los miembros de mi familia”, ha dicho este jueves en un comunicado oficial el nuevo monarca del Reino Unido, Carlos III. “Lamentamos profundamente la muerte de una reina querida y de una madre muy amada. Sé que su pérdida será profundamente sentida por todo el país, los territorios de la Commonwealth y por un innumerable número de personas por todo el mundo. Durante este periodo de duelo y cambio, mi familia y yo nos sentimos reconfortados y apoyados, al saber el respeto y el profundo afecto que tenían todos hacia la reina”, ha dicho.
A diferencia de su madre, cuya opinión sobre los grandes asuntos que agitaban a diario el debate en el Reino Unido fue un misterio hasta el final de sus días, Carlos de Inglaterra accede al trono como un libro abierto para los británicos. Decenas de años a la espera de que le llegara el turno, y un carácter inquieto, ayudaron a que el príncipe de Gales se metiera en más líos de los necesarios, pero también mostraron a los ciudadanos que, en determinados asuntos, como la lucha contra el cambio climático o la necesidad de salvar del deterioro los centros urbanos, era un hombre conectado a su tiempo, e incluso adelantado al resto de sus compatriotas.
Recomendaba Walter Bagehot, el legendario editor de The Economist que escribió el ensayo sobre la forma de Gobierno inglesa más consultada por los monarcas de Reino Unido, que “la única materia prima válida para lograr un rey constitucional es un príncipe que comienza su reinado en fecha temprana”. Carlos, de 73 años, se ha convertido en una anomalía cronológica entre las monarquías del siglo XXI, que han vinculado sus posibilidades de subsistencia a una imagen de juventud y modernidad. A cambio, el heredero ha tenido tiempo de sobra, en los últimos años, para reemplazar a su madre —a medida que la reina veía debilitarse su salud— en muchos actos públicos, lo que ha ayudado a los británicos a acostumbrarse, y a aceptar, su presencia.
El tiempo ha servido para perdonar errores. En el debe de Carlos de Inglaterra desapareció ya su infidelidad y tormentosa relación con Lady Di. Desapareció incluso la conversación telefónica con la que acabaría siendo su esposa, Camilla Parker-Bowles, en la que aspiraba a explorar la anatomía de su amada en forma de tampón. No fue uno de los momentos más dignos de la monarquía británica —la prensa italiana se refería a Carlos como “Il Tampaccino”— pero en ningún momento se consideró causa suficiente para cuestionar su legitimidad de acceso al trono.
Carlos III es el nuevo rey de Inglaterra: así será su ascenso al trono
Tras la muerte de la monarca, el trono pasa inmediatamente y sin ceremonia a su heredero, Carlos, hasta entonces príncipe de Gales.
Sin embargo, hay una serie de pasos prácticos y tradicionales que este deberá transitar antes de ser coronado como rey.
¿Cómo se llama?
A partir de este jueves es el rey Carlos III.
Esta ha sido su primera decisión como monarca. Pudo haber elegido entre cualquiera de sus cuatro nombres: Carlos Felipe Arturo Jorge.
Carlos no es el único en cambiar de título.
Aunque es heredero al trono, el príncipe William no se convertirá automáticamente en el príncipe de Gales. Sin embargo, heredará inmediatamente el otro título de su padre, el de duque de Cornualles. Su esposa Kate será conocida ahora como duquesa de Cornualles.
También hay un nuevo título para la esposa de Carlos: reina consorte, el término que se usa para la esposa del monarca.
Ceremonias formales
En las primeras 24 horas tras la muerte de su madre, Carlos será oficialmente proclamado como rey. Esto sucede en el palacio de St James en Londres, frente a un organismo ceremonial conocido como el Consejo de Ascenso.
Este está formado por miembros del Consejo Privado, un grupo de altos miembros del Parlamento, pasados y actuales, y también otros funcionarios civiles, altos comisionados de la Mancomunidad de Naciones y el lord alcalde de Londres.
Más de 700 personas tienen derecho a asistir a la ceremonia, pero es probable que el número de asistentes sea menor. En el último Consejo de Ascenso en 1952, hubo alrededor de 200 asistentes.
Tradicionalmente, el rey no asiste.
En la ceremonia, la muerte de la reina Isabel II será anunciada por el presidente del Consejo Privado (actualmente la parlamentaria Penny Mordaunt) y la proclamación será leída en alto.
La redacción de la proclamación puede cambiar, pero tradicionalmente ha consistido en una serie de oraciones y promesas, elogiando al monarca anterior y prometiendo apoyo al nuevo.
Luego, esta proclamación será firmada por un número de altos cargos como el primer ministro, el arzobispo de Canterbury y el lord canciller.
Como sucede en estas ceremonias, se prestará atención a lo que haya podido ser alterado, añadido o actualizado, como signo de una nueva era.
La primera declaración del rey
El Consejo de Ascenso se reúne nuevamente, normalmente un día después. En esta ocasión el rey sí asiste junto al Consejo Privado.
No hay “juramento” al comienzo del reinado del monarca británico al estilo de otros jefes de Estado, como el presidente de Estados Unidos. Pero sí hay una declaración pronunciada por el nuevo rey, en línea con una tradición que data de comienzos del siglo XVIII, en la que realizará un juramento para conservar la Iglesia de Escocia.
Tras una fanfarria de trompetistas, una proclamación pública declarará a Carlos como el nuevo rey. Esto se realizará desde un balcón en el Friary Court del palacio de St James en Londres, a través de un funcionario conocido el Rey de Armas Principal de la Jarretera.
Esta figura entonces pronunciará: “Dios salve al rey”, y por primera vez desde 1952, cuando suene el himno nacional las palabras serán “Dios salve al rey” y no “Dios salve a la reina”
Entonces, se dispararán salvas en Hyde Park, desde la Torre de Londres y desde buques navales, y la proclamación anunciando a Carlos como rey se leerá en Edimburgo, Cardiff y Belfast, las capitales de Escocia, Gales e Irlanda del Norte, respectivamente.
La coronación
El gran momento simbólico del ascenso será la coronación, en la que Carlos es coronado oficialmente. Debido a la preparación que se requiere, es probable que la coronación no ocurra poco después del ascenso de Carlos III. La reina Isabel ascendió al trono en febrero de 1952, pero no fue coronada hasta 1953.
En los últimos 900 años la coronación se ha celebrado en la abadía de Westminster. Guillermo el conquistador fue el primer monarca en ser coronado allí y Carlos III será el número 40.
Se trata de un servicio religioso anglicano, oficiado por el arzobispo de Canterbury. En el momento cumbre de la ceremonia, el arzobispo colocará la corona de San Eduardo sobre la cabeza de Carlos, una pieza sólida de oro que data de 1661.
La corona es la pieza principal de las Joyas de la Corona en la Torre de Londres y solo la usa el monarca en el momento de la coronación (especialmente por su peso de 2,23 kg).
A diferencia de las bodas reales, la coronación es un evento de Estado, y el gobierno paga por esta y, en última instancia, decide la lista de invitados.
Habrá música, lecturas y el ritual de unción del nuevo monarca, utilizando aceite de naranja, rosas, canela, almizcle y ámbar gris.
El nuevo rey realizará el juramento de coronación frente a un mundo expectante. Durante esta ceremonia recibirá el orbe y el cetro como símbolos de su nuevo papel y el arzobispo de Canterbury colocará la sólida corona de oro sobre su cabeza.
Jefe de la Mancomunidad de Naciones
Carlos se ha convertido en jefe de la Mancomunidad de Naciones, una asociación de 56 países independientes y 2.400 millones de personas. En 14 de estos países, incluido Reino Unido, el rey es considerado jefe de Estado.
Estos países, conocidos como reinos de la Mancomunidad, son: Australia, Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Canadá, Granada, Jamaica, Papúa Nueva Guinea, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Nueva Zelanda, Islas Salomón y Tuvalu.
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El País de Madrid / BBC / DW