La falta de lluvias de estos últimos meses repercute en las frutas y verduras disponibles, pero también permite reflexionar sobre las formas y el costo de su consumo
Zanahoria, naranja, limón, papa, cebolla, boniato, tomate, lechuga, manzana, acelga, puerro, perejil y, en menor medida, los zapallos, son algunas de las frutas y verduras en las que se comenzó a notar la falta de abastecimiento desde febrero, luego de dos años de buena presencia en los mercados. Con la escasez, aparece el aumento de precio y los productos “diferentes”, que no necesariamente se ajustan a los estándares estéticos a los que están acostumbrados las y los uruguayos.
Las primeras estimaciones sobre pérdidas y desperdicios de alimentos en Uruguay, realizadas por la Organización de las Naciones unida spara la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Fundación Ricaldoni, indican que cerca del 11 % del total de alimentos disponibles para consumo humano se pierde o se desperdicia cada año, es decir 1 millón de toneladas.
Ante esta realidad, el Instituto Nacional de Alimentación (INDA) del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay lanzó en 2021, en el marco de la emergencia sanitaria, la campaña “la naturaleza es ferpecta”, que impulsa el consumo de frutas y verduras que no coinciden con los estándares que la población uruguaya suele elegir.
La campaña se basa en que “las frutas y hortalizas tampoco tienen que ser perfectas para cumplir con su condición de alimento natural y nutritivo”, sostiene Ignacio Elgue, director del INDA.
Esa iniciativa y el fomento de hábitos que permitan reducir el desperdicio de alimentos, recobra todo su sentido cuando el efecto del déficit hídrico se hace visible en la apariencia y los precios de las frutas y verduras disponibles para la venta en el país.
“La situación de déficit hídrico, lógicamente, tiene consecuencias en la disponibilidad de alimentos y, por lo tanto, repercute en el sistema alimentario en general, afectando de manera desproporcionada a los más pobres y vulnerables. Es clave hacer una reflexión y prestar más atención a los patrones de producción, comercialización y consumo, incluyendo las intervenciones del Estado y del sector privado”, apunta el Oficial Superior de Políticas Regionales y Representante interino de la FAO en Uruguay y Argentina, Jorge Meza.
El consumo de frutas y verduras en Uruguay se adecúa a la oferta, explica Pablo Pacheco, jefe del Área de Desarrollo de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM), la principal central de abastecimiento de alimentos frescos del país, entre otros productos.
“Hemos notado que en los últimos años en que se ha incrementado la oferta, ha crecido el consumo, debido a que cuando la oferta es abundante, el precio es más bajo y le permite a la gente consumir más”, describe Pacheco, quién cree que “posiblemente la actual situación atente” contra esa tendencia, “particularmente para los estratos socio económicos con menor poder adquisitivo”.
Como consecuencia de la sequía, el tamaño de las manzanas, peras, cebollas y boniatos está siendo inferior al habitual y eso afecta los precios que se paga por ellos, ya que los calibres más chicos se venden en menor cantidad.
Por otro lado, “sabemos que son miles de toneladas de estos alimentos los que se tiran anualmente, por temas de costos: no se recogen porque cosecharlos es más caro que dejarlos en el árbol o, quedan en el mercado porque, sea por estética o tamaño, no se consumen”, explica Elgue respecto a la campaña de su organismo.
“Uno tendería a pensar que, un escenario de precios altos como este que se está visualizando, sería beneficioso para el productor, pero la realidad es que los productos tienen precios altos debido a una oferta muy escasa, ni siquiera van a poder compensar los altos costos de producción que implicaron algunos cultivos con un rendimiento muy magro. Ahí se da una situación muy crítica para algunos productores”, agrega el jerarca de la UAM.
A nivel nutricional, , en diferentes cantidades y diferentes formas, son recomendadas en todas las situaciones, subraya la coordinadora del Área Programática de Nutrición del Ministerio de Salud, Virginia Natero.
Natero llama a “mirar el consumo de frutas y verduras desde otro lugar. Se percibe claramente la incidencia de la sequía en la seguridad alimentaria. El costo de frutas y verduras se va a modificar en relación a la disponibilidad de agua, a como se han podido desarrollar o no las frutas y las verduras y cómo la sequía incide en el costo y en el producto final”.
“Tenemos que, no solo consumir frutas y verduras, sino consumirlas con conciencia. Aprovecharlas”. Recomienda por ejemplo usar todas las partes de la acelga, las hojas de la remolacha además del bulbo, para “sacarle un mayor rendimiento a las frutas y verduras”.
Buenas prácticas de política pública
En paralelo a la campaña “La naturaleza es ferpecta”, el INDA hizo un acuerdo con la ONG Redalco, en el marco del cual el organismo estatal financia la logística para rescatar, directamente en predios o en la UAM, entre 40 y 60 toneladas de fruta y verdura por mes y, luego, en un primer momento para distribuirla a merenderos y ollas y, ahora, para abastecer al programa Uruguay Crece Contigo, con canastas de frutas y verduras que se van a entregar a las madres y a Alimentando Derechos, que se va a reeditar este año, en la zona metropolitana de Montevideo.
Existe otra campaña en el marco de la cual se realizan compras a organizaciones de producción agropecuaria familiar, en base a la Ley de compras públicas a la agricultura familiar y la pesca artesanal, según la cual el 100% de las compras descentralizadas debe ser realizada a productores de pequeña o mediana escala.
“Comprar a la agricultura familiar también es una forma de reducir pérdidas porque compramos directamente en las organizaciones habilitadas, sin intermediarios, y además se hace un abastecimiento de cercanía, evitando problemas vinculados al traslado a Montevideo y luego de la UAM al interior. También es un circulo virtuoso porque esos productores reciben un precio mejor que si lo vendieran al mercado, porque nosotros pagamos precio del mercado y un extra por la logística, porque compramos ‘en puerta’ o en los galpones de las organizaciones”, argumenta Elgue.
El director del INDA asegura que en dos años de trabajo y entrega de frutas y verduras “ferpectas” no tuvieron inconveniente de recepción por parte de las personas beneficiarias. “Son conversaciones que hemos tenido con los muchachos de Redalco: Si vos le vas a dar una manzana a un niño de 5 años, la manzana de tamaño estándar, no la come toda, se desperdicia la mitad. En cambio, si le das una más chiquita, como las que habitualmente no se comercializan, se la come toda y no hay desperdicio. Y el niño más grande, si quiere más, puede comer dos”.
La FAO apoya iniciativas en todo el sistema alimentario uruguayo, abarcando las actividades relacionadas con la producción, el procesamiento, la distribución, la preparación, el consumo de alimentos, y la disposición final de los desperdicios, que tienen que ser reducidos. Como resultado de estas actividades, se mejora la nutrición y, por ende, el estado de salud de las personas, su economía y el ambiente en que viven.
fao
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