El presidente Luis Lacalle Pou ya ha dicho que prefiere no poner plazos -en este o en cualquier otro tema- porque hacerlo es generarse una suerte de atadura en un terreno dinámico -y muchas veces impredecible- como es el de la política. Pero sí tiene claro -y así lo transmite también en diversos ámbitos- que irá a fondo con la iniciativa que plantea una reforma profunda del sistema previsional, y que no esperará mucho tiempo.
¿Eso qué significa? Que pese a que la prioridad es que el proyecto cuente con el más amplio consenso posible del sistema político, si la oposición decide no acompañarlo, la reforma la llevará adelante de todas maneras.
Porque en el gobierno dan por descontado que el acuerdo en la coalición no será un problema, ya que todos los socios del oficialismo comparten la urgencia de la reforma, compromiso que además fue una de las promesas de campaña.
Esto fue básicamente lo que se conversó en una reunión que convocó ayer el primer mandatario en la residencia de Suárez y Reyes, a la que asistieron los líderes de todos los sectores del Partido Nacional, lo que incluyó a la vicepresidenta Beatriz Argimón, al secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, y al presidente de la agrupación parlamentaria nacionalista, el senador Gustavo Penadés.
En esta cumbre estuvieron también los ministros Javier García (Defensa) y Luis Alberto Heber -por el Espacio 40 y el Herrerismo, respectivamente-, y los senadores Carlos Camy -por Alianza Nacional- y Jorge Gandini – conductor de Por la Patria.
Fue un encuentro que se coordinó en las últimas horas bajo el pedido de “reserva”, según supo El País, y uno de los objetivos fue conocer “el feeling” que hay en el Partido Nacional respecto al texto del anteproyecto, entregado a todos los partidos -incluido el Frente Amplio- a fines del mes pasado.
Sobre todo porque el Directorio -encabezado por Pablo Iturralde, y que recibió al redactor de la reforma, Rodolfo Saldain, en su sesión del 8 de agosto- no centralizará la discusión, pues la decisión es que sean los parlamentarios los que tomen “la decisión final”. Y estos, naturalmente, no estuvieron en la reunión entre Lacalle y los líderes de la coalición el 30 de julio, a la que concurrió Iturralde como representante del colectivo.
Y el “feeling” de los blancos en relación a este tema puede fácilmente traducirse en una gran armonía con el articulado -si hay críticas o ajustes para proponer, eso no se abordó ayer-, porque entienden, comparten y destacan junto con el presidente, la importancia y necesidad de transformar un sistema que a mediano plazo no es sostenible.
Por otra parte -y en este marco- el presidente también transmitió a los dirigentes la firme convicción de enviar el texto al Parlamento antes de que termine setiembre, una vez que se recojan todos los aportes de los socios del oficialismo, y de la oposición, si es que decide sumarse.
Y pidió también que la iniciativa ingrese por la Cámara de Senadores, algo a lo que se comprometió Argimón y todos estuvieron de acuerdo.
El País
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