Por medio de talleres vivenciales se usará el rol central de las escuelas del campo para agrupar a las mujeres rurales de los diferentes municipios.
Los esfuerzos de la administración para potenciar los gobiernos locales mediante la extensión de la misma oferta cultural y formativa de los cursos que tiene Maldonado, fue definida por el Secretario General de la intendencia Diego Echevverría como una red que da oportunidades, que pone en valor a las mujeres y evita un impacto más pronunciado de la emigración interna del campo a la costa.
Mujeres jóvenes se van del medio rural
Las mujeres emigran del campo más que los varones, y en particular, las jóvenes, se van porque no pueden desarrollar proyectos propios de acuerdo a lo divulgado por la Dirección de Desarrollo Rural del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (Mgap) a principios de este año, por lo que la apuesta del gobierno departamental cobra importancia para mitigar la realidad común a toda latinoamérica.
Creciente
La información que reproducimos a continuación fue extractada de la página de la Organización Internacional del Trabajo (Oit) con base en el documento titulado “Panorama Temático Laboral. Trabajo en el campo en el siglo XXI. Realidad y Perspectivas del empleo rural en América Latina y el Caribe” del 13 de octubre de 2016.
Brechas de empleo entre mujeres de zonas urbanas y rurales
Los empleos no agrícolas abren mayores oportunidades para que las mujeres se incorporen al mundo del trabajo, aumentando así el número de miembros del hogar que obtienen ingresos laborales.
No obstante, la tasa de participación de las mujeres ha caído ligeramente en las áreas rurales (de 45 a 44%) mientras que se ha incremen tado en áreas urbanas (de 49 a 51%) entre 2005 y 2014.
La incorporación de las mujeres en el mercado laboral en las áreas rurales es menor que en las áreas urbanas y es casi la mitad que la tasa de participación
de los hombres en las mismas zonas rurales . Esta asimetría puede atribuirse, en parte, a la invisibilización del trabajo de muchas mujeres rurales que participan en fincas familiares.
Hay, por lo tanto, un amplio espacio para mejorar los ingresos de los hogares rurales fomentando la participación femenina en el mercado laboral.
Hechos similares se observan respecto de la tasa de ocupación. Esta se ha reducido para las mujeres en zonas rurales pero se ha incrementado para las mujeres en zonas urbanas.
Cabe mencionar que las brechas que existen entre hombres y mujeres respecto de las tasas de participación y ocupación son más amplias en las zonas rurales que urbanas.
La tasa de desocupación de las mujeres en zonas rurales se ha reducido ligeramente en la última década. Si bien la brecha de género se ha reducido, la desocupación de las mujeres es casi el doble que la de los hombres.
Empleo: condiciones de trabajo
Los ingresos laborales de mujeres en zonas rurales (4,2%) representa la mitad de la observada para mujeres en zonas urbanas (8,3%)
Cabe destacar que en el año 2005, uno de cada tres trabajadores en zonas rurales se dedicaba a la actividad agrícola. Este porcentaje se ha ido reduciendo progresivamente, pero en mayor medida para las mujeres que para los hombres. Así, se observa que al año 2014 las mujeres rurales se dedicaron mayoritariamente a actividades no agrícolas , insertándose en el sector de servicios o comercio,restaurantes y hoteles.
Sin embargo, en cuatro de los 14 países analizados la participación del empleo agrícola en el empleo rural femenino continuó siendo mayoritaria (Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú). También destaca que el número de trabajadoras agrícolas en zonas rurales disminuyó en términos absolutos.
Es posible que el incremento en el empleo no agrícola se encuentre asociado al incremento del empleo asalariado (público y privado) de las mujeres. Este pasó de 28% al 35% del empleo rural femenino entre 2005 y 2014.
En el mismo periodo se ha observado una reducción de trabajadoras familiares auxiliares (sin remuneración) de 33 a 22%.
A pesar de estas mejoras, la situación de las mujeres en las zonas rurales dista de la situación de las mujeres en zonas urbanas, donde el 70% son asalariadas y solo un 4% son trabajadores familiares auxiliares.
La desocupación es mayor entre la población afrodescendiente que entre la población indígena o el resto de la población en zonas rurales.
Brechas de empleo entre jóvenes de zonas urbanas y rurales
En 2015, aproximadamente 31 millones de jóvenes entre 15 y 29 años vivían en las zonas rurales de América Latina, un quinto del total de jóvenes en la región. Se estima que, en 2012, un 31% trabajaba en la agricultura, 27% en empleos rurales no agrícolas y 42% no trabajaba.
Si continúan las tendencias pasadas, es probable que los jóvenes rurales estén mayoritariamente ocupados en actividades rurales no agrícolas.
La tasa de ocupación juvenil rural ascendió al 42% en 2014, superior al 36% de ocupación juvenil urbana. Esto se debe a una mayor participación juvenil rural (45% rural frente al 42% urbana), posiblemente reflejando presiones para un abandono temprano del sistema educativo o la inexistencia de una infraestructura educativa en las áreas rurales
El incremento de la tasa de ocupación juvenil rural también se asocia a una menor tasa de desempleo juvenil rural (6,6% rural frente a 16,2% urbana).
Cabe indicar que en las zonas rurales, la participación cayó entre 2005 y 2014 tanto entre jóvenes como en adultos, mientras que en las zonas urbanas cayó entre los jóvenes pero subió entre los adultos.
La tasa de desocupación rural subió entre los jóvenes como también, marginalmente, en los adultos, pero debido al menor peso demográfico y la menor tasa de participación de los jóvenes rurales no aumentó la tasa de desempleo
rural total. En cambio, en el caso de las áreas urbanas se observó
una disminución de la tasa de desempleo tanto para jóvenes como
para adultos.
La inserción laboral de los jóvenes se da en un contexto de un
importante cambio demográfico, que genera una menor proporción de niños (0 a 14 años) y la presencia de muchos jóvenes que migran a las áreas urbanas, permaneciendo en las áreas rurales las personas de grupos etarios de mayor edad.
Así, entre 2005 y 2014, la cantidad de jóvenes rurales en la región disminuyó en 1,7 millones de personas. Como contrapartida, los adultos mayores de 60 años aumentaron en 2,3 millones de personas, lo que en términos porcentuales significa que entre esos años, pasaron a ser del 8 al 10% de la población rural.
Otra característica central de la incorporación de jóvenes al mercado de trabajo es el elevado porcentaje de trabajadores familiares auxiliares entre los ocupados jóvenes rurales de 15 y 24 años (27% en 2014), en comparación a los jóvenes de zonas urbanas (6%).
Sin embargo, este porcentaje se viene reduciendo desde 2005, tanto
para hombres como para mujeres jóvenes. Por el contrario, el empleo asalariado privado en zonas rurales se ha incrementado de 39% a 46% en el mismo periodo.
Otra importante fuente de inserción laboral para los jóvenes rurales es el empleo por cuenta propia, que casi duplica al de los jóvenes urbanos (20 y 11%, respectivamente).
La mayoría de jóvenes en zonas rurales trabaja en la el sector agrícola.
Esta inserción se da en la agricultura familiar como trabajador familiar auxiliar o como asalariado agrícola, situaciones en las que se perciben los más bajos ingresos y en las que los empleos son más precarios.
Debido a las deficiencias en la inserción laboral de los jóvenes rurales, su tasa de pobreza es sustancialmente mayor que la de los jóvenes urbanos: el 39% de los jóvenes vive en la pobreza, con mayorincidencia en el ámbito rural (46%) que en el ámbito urbano (25%)
Esta brecha también está asociada con las diferencias educativas existentes entre ambos grupos. Mientras que en zonas urbanas el 41% de los jóvenes cuenta con 13 y más años de estudio (equivalente a educación terciaria), este porcentaje se reduce a 9% en zonas ruralespara la muestra de 14 países analizada.
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