Entre enero y junio hubo 21.844 muertes, 38% más que las habituales. Así lo indican las cifras preliminares del Ministerio de Salud Pública (MSP) a las que accedió El País.
La enfermedad desplazó a los cánceres y las enfermedades del sistema circulatorio y se posicionó como la primera causa de muerte.
Franco González Mora, coordinador de la Unidad de Sociología de la Salud de la Facultad de Medicina de la UdelaR, explicó que “el exceso de mortalidad es uno de los métodos más sencillos para medir el impacto de una pandemia: se compara el recuento de muertes totales por todas las causas con la línea de base de mortalidad esperada”.
Para el caso uruguayo, este “significativo” aumento de las muertes, equiparable al que padeció Cataluña al cabo de dos olas, hará que los fallecidos en Uruguay superen por primera vez desde que hay registros a los nacidos vivos y que, casi con seguridad, el crecimiento de la esperanza de vida al nacer se detenga e incluso caiga unos meses. Todo esto si la natalidad se comporta como muestra la tendencia y si las estadísticas oficiales, tras la depuración final, coinciden con lo observado hasta ahora.
Porque los cálculos que realizó El País -con el asesoramiento de dos demógrafos especializados en mortalidad a nivel regional- revelan que en cada mes de este 2021 hubo más muertes que las habituales. En abril y mayo, de hecho, muchas más: 76% y 74% más muertes en números absolutos. En cambio, en febrero, curiosamente, hubo una caída del 21% que parece explicarse por una reducción “pasajera” de las defunciones con COVID-19, un desplome de las enfermedades del sistema circulatorio, de los accidentes de tránsito y un largo etcétera. Dicho de otro modo: si febrero no hubiese tenido esa notable baja, el semestre hubiese acabado con un exceso de muerte cercano al 50% y equiparable al de México.
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