Una variante uruguaya del SARS-CoV-2 habría contribuido a la primera ola de COVID19 registrada en el país a fines de 2020, según reveló un estudio realizado por investigadores del Grupo de Trabajo Interinstitucional (GTI) en Vigilancia Genómica del virus. Denominada P.6, la variante local se registró desde fines de noviembre de 2020 hasta abril de 2021, surgió en Montevideo y fue la predominante hasta marzo de 2021, cuando la introducción y diseminación de P.1 la desplazó. No ha habido nuevos registros de P.6 posteriores a fines de abril.
La P.6 —según la denominación otorgada por un comité científico internacional— debe su nombre a que deriva da la variante B.1.1.28, originada y ampliamente distribuida en Brasil durante 2020. La B.1.1.28, a su vez, luego generó el surgimiento de nuevas variantes, que se designaron inicialmente como P.1 (gamma) y P.2 (zeta).
Para ser considerada una nueva variante y tener nombre propio, el comité establece que el hallazgo debe tener mutaciones que lo distingan de variantes existentes y que su diseminación geográfica sea diferente a la de la original, entre otros elementos.
La variante uruguaya incluye dos mutaciones relevantes que están ubicadas en la proteína Spike, que podrían estar asociadas a un aumento de transmisibilidad. Una de las mutaciones también se ha detectado en otras variantes del mundo incrementando su frecuencia hacia fines de 2020, lo que respaldaría la idea de que le puede otorgar mayor capacidad de transmisión.
El trabajo que derivó en la identificación de la variante uruguaya comenzó en abril de 2021, cuando los investigadores del grupo Frontera y GTI analizaron muestras tomadas en Rocha a fines de 2020 e inicios de 2021. A partir de esos estudios detectaron que, además de la circulación de variantes ingresadas desde el sur de Brasil (P.1, P.2, entre otras), había 11 muestras que tenían dos mutaciones y que no habrían ingresado de la misma zona.
En base a ese hallazgo, los investigadores —ya en el marco del GTI— revisaron otras 180 muestras que estaban identificadas como la variante original de Brasil y que habían sido recolectadas en otras partes de Uruguay. Así observaron la presencia de las mismas mutaciones en gran parte de esas muestras, su amplia distribución en el país y su origen, que fue estimado en noviembre de 2020 en Montevideo.
En base a análisis bioinformáticos determinaron que la variante aumentó a partir de su surgimiento, se volvió predominante en el país entre enero y febrero de 2021, y comenzó a disminuir a partir de marzo de 2021, coincidiendo con el ingreso de la P1. La última muestra de una persona infectada con P.6 se detectó el 26 de abril de 2021.
Respecto al impacto de P.6 en el país, los científicos estiman que la variante uruguaya habría jugado un rol importante en la primera ola de COVID19 en el país, pues observaron una coincidencia entre el surgimiento y diseminación de esta variante local con el aumento de casos de COVID19 registrados a partir de noviembre/diciembre.
Los expertos destacan que esta conclusión se basa en una inferencia observacional, sin experimentos que lo prueben, sobre todo debido a que luego la variante fue desplazada por la P.1.
El hallazgo de P.6 resalta que incluso cuando no hay muchos casos de la enfermedad es posible la emergencia de nuevas variantes con cierto impacto. Asimismo, a nivel científico, el monitoreo de una de las mutaciones detectadas en la P.6 —que ya se había identificado en otras variantes de preocupación en el mundo y se sospechaba asociada a mayor transmisibilidad— es de importancia tanto nacional como internacional.
Por último, los científicos destacan que P.6 se descubrió en retrospectiva, varios meses después de surgir. Por eso subrayan la importancia de contar, desde marzo de 2021, con el GTI para vigilancia en tiempo real, que permite identificar nuevas variantes más cerca del momento en que aparecen.
Instituto Pasteur
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