El paracetamol —valga la paradoja— les está trayendo dolores de cabeza a los pediatras. Porque este medicamento para calmar los dolores, de venta libre, considerada una de las drogas más extendidas entre los uruguayos y cuyo “riesgo la población desconoce”, está siendo usado por adolescentes que quieren quitarse la vida.
Los médicos todavía no tienen claro cómo los adolescentes —o niños, porque el promedio de los intentos de suicidios analizados son a los 13 años— se enteran de que una cantidad exagerada de esas pastillas, por lo general blancas y sencillas para tragar, causan fallas en el organismo —en especial en el hígado— que incluso llevan a la muerte.
Laura Batalla, novel directora del Programa de Adolescencia del Ministerio de Salud Pública, sospecha que el método está siendo difundido en el “internet profundo”, un área que “los jóvenes exploran y recorren con mayor facilidad que los adultos”. Pero tampoco descarta que pueda haber una falta de responsabilidad de los adultos que, por costumbre o por pensar que el paracetamol “es casi un placebo”, dejan el fármaco “al alcance de los niños”.
Una reciente investigación de la cátedra de Pediatría que dirige Gustavo Giachetto identificó al menos diez adolescentes que fueron hospitalizadas en el Pereira Rossell en el último año tras haberse intentado suicidar con paracetamol. Todas ellas, mujeres entre 11 y 14 años, habían ingerido dosis que se consideran “intoxicación aguda”: más de 150 mg. por kilo o más 7,5 gramos en un adulto. De hecho, una de las adolescentes había tomado 40 gramos (80 pastillas de la presentación clásica de 500 mg y que se promocionan sin advertencias).
“Hay un efecto claro de la pospandemia que se suma al crecimiento de los padecimientos de salud mental: notamos más cantidad de suicidios y a edades más tempranas”, explicó Martín Notejane, uno de los autores de la investigación. Y es probable que ese “efecto pospandemia” incluya una banalización del paracetamol: “El covid estimuló el uso antitérmico (para bajar la fiebre) del paracetamol como sustituto de la dipirona o el ibuprofebo, bajo la lógica de que es más seguro”.
Pero el Ministerio de Salud Pública advirtió a principios de este mes “por el aumento de intoxicaciones con paracetamol” y el “riesgo de desarrollar falla hepática grave”.
El comunicado sanitario se dio luego de que la cátedra de Toxicología también elevara una alerta por el incremento de intentos de suicidio con paracetamol.
Según Notejane, “antes era más frecuente observar que los varones se intentaban suicidar con métodos violentos, como el ahorcamiento o las armas, mientras que las mujeres lo hacían con fármacos. Pero poco a poco unos se van pareciendo más a los otros e incluso va perdiéndose la relación de los suicidios tan masculinizados”.
Lo mismo observa Batalla, desde el MSP, quien admite que antes había ocho varones que se suicidaban cada dos mujeres, mientras “ahora la relación es de tres a dos”. Detrás de ese comportamiento, muestra el estudio de Pediatría, hay antecedentes de intentos de suicidios en casi la mitad de los casos, y una misma cantidad venía siendo tratada en psicoterapia.
Pese a las advertencias que se dan, dice Notejane, “uno de los problemas de la ingesta indebida de paracetamol es que a veces no causa síntomas, entonces el paciente no se da cuenta de que se está intoxicando”.
En Uruguay hay registrados 73 medicamentos que tienen paracetamol entre sus principios activos. La mayoría son de venta libre o, a lo sumo, de control médico recomendado, pero no obligatorio.
En Estados Unidos, por ejemplo, ya en 1998 la agencia de control de medicamentos había advertido por las fallas hepáticas extendidas y en los prospectos se incorporó el riesgo para el hígado. En Reino Unido había tenido un problema similar, en que cuatro de cada diez trasplantes de hígado eran consecuencia de intoxicaciones con paracetamol, y se limitaron la cantidad de pastillas que podía contener cada blíster de venta libre.
El Observador / Tomer Urwicz
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