Asegurando que esta fecha icónica, del 27 de junio 1973, todavía sigue muy presente en el imaginario público los episodios ocurridos en Uruguay significaron un gran y abominable trauma para un País como el nuestro que nunca deben ser olvidados porque, si eso ocurre, el riesgo de que se repitan nuevamente, se torna demasiado plausible.
En su mensaje la departamental señala que los actos recordatorios deben servir para refrescar la memoria y la conciencia democrática.
No importa ya, si el verdadero Golpe fue en febrero o en junio de 1973. Lo importante es recordar que fueron tiempos fatídicos, que nos trajeron una larga noche. Una noche que duró nada menos que 12 largos años, agregan.
Con todos los cambios y pesares que nos deparó a todos sin exclusión, el Uruguay
La historia se encargó inexorablemente de jalonar los episodios ocurridos a través de esos 12 años; empero, el baúl de los recuerdos debió mantenerse con la tapa entreabierta, como para cuando lo necesitáramos pudiésemos encontrar siempre el deseo de tener memoria.
Así han transcurrido estos últimos 50 años de nuestra vida nacional, continúa el mensaje.
La memoria ciudadana, fue la que nos permitió llegar al 1º de marzo de 1985, dando lugar al fin, a un Uruguay con muchos desafíos por venir.
Aquella forma de convivencia que había sido ejemplar en el Continente, y que sin dudas se le recordaba en forma señera, seguía estando ahí… herida, pero no muerta, y así fue que se puso nuevamente de pie el País.
Una de las grandes bondades que se destaca hasta hoy en nuestro sistema político es su estabilidad; por eso somos reconocidos internacionalmente: la capacidad de diálogo y la tolerancia, son premisas inclaudicables.
Esa forma de ser, es la que nos permite y enseña a no estigmatizar a ningún hermano de infortunios que haya debido exhibir naturales debilidades, justamente en momentos de apremios. Pero la honestidad intelectual, es la contracara de tal afirmación.
Esta es la mejor forma de recordar el pasado… procurando siempre que podamos reafirmar entre todos, nuestras viejas tradiciones; para que esas atrocidades padecidas, no tengan más cabida en nuestro suelo patrio.
Como nos enseñaron nuestros luceros de antaño, “no pretendemos ser los dueños de la razón; solo aspiramos a que ese precioso don del individuo, junto al sentimiento puro, se constituya en instrumento capaz de doblegar todo lo que se oponga a la libertad y al honor del pueblo oriental”.
Que así sea…
Luis Eduardo Pereira, presidente de la Comisión Departamental Nacionalista
Leave a comment