Las labores de rescate en el sur de Turquía y el norte de Siria han seguido por segunda noche y madrugada consecutivas, pero con muchas dificultadas por las bajas temperaturas y los daños en las carreteras.
El número de víctimas mortales recuperadas bajo los escombros sigue aumentando
La ayuda internacional se intensifica, pero el acceso de la maquinaria necesaria para levantar las losas de hormigón está resultando difícil, porque las carreteras están bloqueadas por los escombros y los vehículos.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado el estado de emergencia durante tres meses en diez provincias afectadas, lo que supuestamente debería facilitar la gestión de la respuesta de emergencia: “Me gustaría recordar al público en general que nadie debe utilizar las carreteras que conducen a y dentro de la zona del terremoto a menos que sea obligatorio, y no se deben hacer llamadas telefónicas, excepto para necesidades urgentes.”
Aunque la ayuda está llegando lentamente a Turquía, la logística y la política de ayuda a Siria es bastante peor, especialmente a las zonas vulnerables del noroeste.
Once años de guerra civil y sanciones internacionales contra el régimen de Assad han creado más obstáculos.
El grupo de Defensa Civil conocido como Cascos Blancos, que está más acostumbrado a buscar en edificios bombardeados, está muy disperso.
Las pocas excavadoras de las que dispone van de una ciudad a otra para responder a las innumerables peticiones de ayuda. Los sirios dicen sentirse abandonados.
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