En Uruguay 35 fueron los femicidios registrados en lo que va de este año por la Coordinadora de Feminismos.
Según el Ministerio del Interior, de enero a octubre de 2017 se perpetraron 24 femicidios, el 96% de éstos por violencia doméstica, más de la mitad (56,1%) perpetrados por parejas o ex parejas, otros vínculos familiares o allegados.
Se reciben 104 denuncias diarias, 1 denuncia cada 14 minutos.
A finales de 2017 se promulgó la ley integral de Violencia hacia las mujeres basada en género (Ley 15.980) que repara el déficit que desde el movimiento social se demandó por años. Se reconoce en dicho acto todas las dimensiones y tipos de violencias que impactan en las mujeres por el hecho de ser mujeres y en toda persona disidente de los mandatos de género. Violencia física, psicológica/emocional, sexual, económica, patrimonial, simbólica, obstétrica. Violencia doméstica, callejera, comunitaria, laboral, educativa, institucional. Violencia política, mediática, de prejuicio –étnico/racial, orientación sexual, identidad de género–, violencia femicida. Finalmente todas las graves y complejas formas en las que se ejerce y padece esta epidemia son tipificadas como delito y sancionadas. Sin embargo, el avance no se acompaña de recursos presupuestales indispensables para una debida e imperiosa implementación. La voluntad política para erradicar toda forma de subordinación y maltrato hacia las mujeres queda a medio camino. Otra vez, las mujeres quedan para atrás. Sin recursos humanos debidamente capacitados ni recursos materiales para generar los servicios y la atención que se necesita, no hay posibilidades reales de erradicar el problema.
Los datos del Observatorio de MYSU indican que la atención en violencia doméstica y sexual que se brinda en el Sistema Nacional Integrado de Salud es deficitaria, insuficiente y limitada. Las personas perciben que no se respeta la confidencialidad en la consulta y el temor al estigma y la discriminación por ser víctima de violencia es una barrera que obstaculiza el recurrir a las instituciones de salud para buscar apoyo. Es más débil la atención y el trabajo con la violencia de los varones y casi no existen las campañas que trabajen en desactivar procesos de socialización que estimulan masculinidades hegemónicas para las que la violencia y la imposición autoritaria del poder es la forma de resolver conflictos, controlar las relaciones afectivas y estructurar las relaciones interpersonales.
Como si este panorama ya no fuese preocupante, reviven en la región fuerzas políticas violentas reivindicativas de la autoridad del macho y ganan el control de los países personajes que exaltan la supremacía patriarcal como tradición que nunca debió ser cuestionada.
Queremos ser libres, no valientes
El femicidio es la expresión más extrema de la violencia de género. Antes hubo gritos, celos, maltratos, tirones de pelo, empujones, control de los mensajes del celular, toqueteos, amenazas, acosos, violaciones.
Pero también hubo omisiones, descreimiento, prejuicios, mentiras, desconfianzas, gritos no escuchados, denuncias no atendidas, negligencias, indiferencias, silencios y complicidades.
7 de cada 10 mujeres en Uruguay padecieron algún tipo de violencia de género en su vida. Esto representa más de 650 mil mujeres. Nuestra sociedad está interpelada y debemos construir los cambios que erradiquen esta realidad intolerable.
Todas juntas y todas libres
El cambio de las relaciones de poder es posible. Las feministas luchamos pacífica y sostenidamente por una sociedad igualitaria, equitativa, justa, solidaria, inclusiva y respetuosa.
Nos sabemos artífices de proyectos emancipatorios colectivos, rebeldes, comprometidos y movilizadores. Cada 25 de noviembre renovamos nuestro compromiso de continuar en este camino y cada año se siente con mayor fuerza el reclamo colectivo y callejero de que cuando tocan a una nos tocan a todas.
Mujer y Salud en Uruguay – MYSU
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