Según la última encuesta difundida por la empresa Equipos Consultores, la aprobación del presidente continúa en baja (44%) y la desaprobación llega por primera vez al 40%.
Al comenzar diciembre, las opiniones de los uruguayos sobre la forma en que Luis Lacalle Pou se está desempeñando como presidente muestran un escenario dividido: 44% aprueba su gestión, y 40% la desaprueba. Un núcleo minoritario de la población sostiene juicios intermedios (ni aprueba ni desaprueba, o no opina). De esta forma, el presidente obtiene al comenzar diciembre un saldo neto positivo de + 4 (producto de la resta simple entre la aprobación y la desaprobación), según la última encuesta de Equipos Consultores presentada este miércoles por Ignacio Zuasnabar en Subrayado.
Los datos actuales constituyen la medición más baja de aprobación del presidente en lo que va del período de gobierno. Es la primera vez que los juicios positivos están por debajo del 45%, y también la primera vez que las opiniones negativas alcanzan el 40%.
Si bien las variaciones respecto a la medición anterior de fines de octubre podrían considerarse moderadas (de hecho, dentro o al límite del margen de error), la comparación con la medición previa de principios de octubre muestra el panorama más claramente. Entre ese momento (recién iniciado el episodio vinculado a Astesiano) hasta la medición actual de principios de diciembre la aprobación al presidente pasa de 49% a 44% (caída de 5 puntos), y la desaprobación de 32% a 40% (crecimiento de 8 puntos). El saldo neto, entonces, pasa de +17 en aquel momento a +4 en la actualidad.
Este es el segundo período significativo de caída en la evaluación presidencial en lo que va del gobierno. Entre mayo y julio de 2021 el presidente ya había tenido una pérdida de 13 puntos de aprobación, y un aumento de 8 de desaprobación, lo que constituyó un primer “escalón” a la baja.
El presidente mantiene una alta aprobación entre los votantes que se autoidentifican con la derecha y centroderecha (72%), y una mayoritaria desaprobación entre los que se identifican con la izquierda y la centroizquierda (77%). Entre los electores de centro, mientras tanto, la evaluación continúa manteniendo un saldo positivo (49% de aprobación y 29% de desaprobación).
Los ciclos anteriores, la “u” y otras variantes
Los juicios sobre el presidente llegaron en diciembre al punto más bajo de la gestión hasta el momento. ¿Llegaron a su piso? ¿El presidente recuperará terreno y volverá a sus niveles anteriores? ¿Continuará la tendencia descendente? Son todas preguntas relevantes y significativas en estas circunstancias.
El análisis de cómo se han comportado los juicios presidenciales en los anteriores períodos de gobierno pueden ayudar a visualizar distintos escenarios.
En Uruguay, desde que hay encuestas de opinión nacionales regulares, han transcurrido siete períodos presidenciales (contando el actual), y las evoluciones no han sido iguales en todos los casos.
En tres de los casos anteriores, la aprobación presidencial siguió el tradicional modelo de “u”, es decir, un inicio con niveles altos, años intermedios con aprobación a la baja, y una recuperación al final. Esta forma de “u” puede verse claramente en la trayectoria de las presidencias de Tabaré Vázquez en su primer gobierno (2005-2009), de José Mujica (2010-2014), y también (en otros niveles y con menor intensidad), en el de Lacalle Herrera (1990-1994). Estos tres ejemplos tienen en común que el “año del medio” fue el punto más bajo de evaluación de la gestión, y todos tuvieron una recuperación al final que los acercó aproximadamente a sus niveles iniciales.
Pero otros presidentes no siguieron el mismo patrón. Hubo dos períodos en los que el punto más bajo de evaluación de gestión no fue el “año del medio” sino el siguiente. Este fue el caso de Jorge BaTlle (2000-2004), y de Tabaré Vázquez en su segundo gobierno (2015-2019). Aunque en niveles bien distintos, estas evoluciones tuvieron un patrón común: el punto más bajo de ambos no fue el tercer año sino el cuarto, y también su recuperación en el año final fue de menor intensidad que la de los tres presidentes mencionados anteriormente, sin acercarse a sus niveles iniciales.
Por último, el segundo gobierno de Sanguinetti (1995-1999) responde más a un patrón de estabilidad que a ciclos de cambio definidos, y parece ser bastante diferente al resto.
Una constatación empírica más. Todos los presidentes hasta ahora han crecido sobre el final (aunque con intensidades muy distintas), y registrado una mayor aprobación en su último año que en el “año del medio”.
Hasta ahora, considerando los promedios anuales, Lacalle Pou está siguiendo una trayectoria relativamente habitual en los ciclos de evaluación presidencial (más allá de que durante la pandemia el período de “luna de miel” se prolongó y profundizó de forma particular, como fue analizado muchas veces).
De aquí en más, ¿los juicios sobre el gobierno de Lacalle Pou se aproximarán a alguno de los patrones anteriores, o tendrán una trayectoria alternativa? ¿En qué medida la pandemia, y/o la postergación del ciclo electoral (por la dilación de las elecciones departamentales en 2020), pueden haber generado una alteración y estar afectando la comparabilidad con los gobiernos anteriores?
Estas preguntas no tienen respuesta aún, solo el paso del tiempo permitirá dilucidarlas. Pero es claro que, cualesquiera sean las respuestas, estas tendrán consecuencias significativas no solo respecto al devenir del propio gobierno, sino también sobre el contexto electoral de 2024.