Cada día son asesinadas al menos 11 mujeres por razones de género en América Latina y el Caribe. Así lo indican las cifras proporcionadas por la CEPAL para el último año.
“El feminicidio sigue presente en la región y es la expresión extrema de los patrones patriarcales y violentos”, consigna, junto con las alarmantes cifras, el informe recientemente publicado por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribedel organismo regional.
Su recomendación: “Actuar con sentido de urgencia para prevenir y poner fin a los feminicidios” en la región.
“La tendencia sigue manteniéndose: no se logra frenar el feminicidio”, constata Leticia Bonifaz, relatora para América Latina del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de Naciones Unidas (CEDAW, por sus siglas en inglés). Ninguno de los países ha llegado al punto de saber “así se empieza a revertir el asunto”, grafica crítica la experta en entrevista con DW.
“¿En qué países la situación es más preocupante?” “En mi país, México, y en Argentina, donde con el cambio político se le está dando menos atención a la temática”, indica la abogada nacida en Chiapas.
¿Algunas luces en medio del acuciante panorama regional? “Uruguay es de los países ‘de privilegio’ en nuestro continente”, destaca la profesional. “Y Chile ha tenido avances en los últimos años”, agrega. “Ojalá lográramos que estos modelos permearan en toda la región”, apunta la experta.
Un necesario cambio cultural
Ahora bien, ¿cuáles son las causas sobre las que se asienta esta persistente situación?
“La violencia contra las mujeres no cesa porque aún no se logra el definitivo cambio cultural que nos iguale”, analiza al respecto Silvina Molina, periodista argentina especializada en género. “Mientras haya hombres que se crean con derecho a maltratar y matar mujeres, la violencia no cesará”, asegura a DW la también integrante de la Red de Editoras de Género del país sudamericano.
A lo cultural también apunta en sus reflexiones la socióloga peruana Liz Meléndez, directora ejecutiva del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán: “Hay una cierta tolerancia a formas de violencia que se invisibilizan, e incluso cierta culpabilización de las víctimas por sus propias tragedias, como si las mujeres no debiéramos hacer tal o cual cosa, o tuviéramos que ser nosotras las que nos tenemos que cuidar de no sufrir violencia”, reprueba en diálogo con DW.
“Creo que la violencia es una herramienta para mantener el lugar de subordinación de las mujeres en la sociedad”, sostiene, por su parte, la feminista colombiana Catalina Ruiz Navarro, directora de la revista feminista latinoamericana Volcánicas.
“Todos los seres humanos somos capaces de violencia”, afirma la comunicadora. “La razón por la cual la violencia contra las mujeres es estructural, es porque hay una desigualdad estructural”, continúa su razonamiento. “Si no se atiende esa desigualdad, que es lo que nos hace vulnerables a la violencia, nos quedamos en la reacción, lo cual es necesario, pero no resuelve el problema”, advierte.
Tareas pendientes
“La desigualdad es el germen de la violencia y los feminicidios”, condensa en el mismo sentido Molina, desde la capital argentina. “Son necesarias políticas públicas para que esto no ocurra”, afirma la experta. “También es necesario que los hombres se involucren, que se manifiesten contra la violencia, que hablen entre ellos, que creen sus propios espacios para revisar conductas y colaborar en el freno de la violencia”, propone.
“Es una responsabilidad colectiva de los Estados, de los movimientos, de las personas, de la sociedad”, entiende también Ruiz Navarro. “Hay que cambiar desigualdades estructurales: las mujeres tenemos que tener acceso a la vivienda, a salarios justos, a tener autonomía e independencia económica, y a llegar a puestos de decisión”, puntualiza.
“La forma de atender mejor la violencia contra las mujeres es la prevención”, asegura, por su parte, Bonifaz. “No se le puede apostar todo al derecho, a una previsión legislativa, a aumentar las sanciones, porque en la mayoría de los países de América Latina tenemos altísimos márgenes de impunidad”, sostiene la abogada, con conocimiento de causa.
“El derecho tiene que ir acompañado de medidas de carácter económico, social, y, por supuesto, de decisiones políticas”, indica.
“Necesitamos mucha más voluntad política de los gobiernos de nuestros países para que se cumplan las recomendaciones que ha hecho reiteradamente CEDAW, y seguir trabajando para cambiar esta cultura patriarcal que tiene al machismo como una de sus grandes expresiones”, asegura.
De lo contrario, “mientras esto se siga repitiendo como un modelo válido, las mujeres seguiremos pagando las consecuencias”, concluye sin eufemismos.
dw