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Diputados aprueban proyecto de eutanasia tras 14 horas de debate

La Cámara de Diputados debatió este martes (12.08.2025) el proyecto de ley denominado Muerte Digna, que busca regular la eutanasia. Tras más de catorce horas de discusión, la iniciativa obtuvo el apoyo del Frente Amplio (FA) y de algunos legisladores del Partido Nacional (PN), Partido Colorado (PC) y Partido Independiente (PI). Votaron en contra los representantes de Cabildo Abierto (CA) y de Identidad Soberana (IS).

La discusión en sala comenzó a las 11:00 horas y, aunque se trataba de un debate parlamentario, en realidad el tema lleva casi siete años presente en la opinión pública, con varios intentos fallidos de regulación. Al cierre de la sesión, 28 diputados habían hecho uso de la palabra y 45 estaban anotados para intervenir. Ya era evidente que el proyecto contaba con votos suficientes para su aprobación y pasaje al Senado: los 48 diputados del FA, 12 o 13 de los 17 colorados, al menos 4 nacionalistas y el voto del único legislador del PI.

Se opusieron la mayoría del PN, 4 o 5 legisladores colorados, los dos representantes de CA y los dos de IS. El debate incluyó intervenciones contundentes tanto a favor como en contra, abordando aspectos sensibles como el dolor, el sufrimiento humano y el derecho a decidir sobre la propia muerte. Algunos diputados contrarios al proyecto, como Rodrigo Goñi (PN), propusieron modificar artículos para incluir más garantías, pero el FA descartó cambios y defendió el texto aprobado en comisión.

Luis Gallo (FA), médico y miembro informante del proyecto, defendió la iniciativa argumentando que la sociedad uruguaya sí respalda la eutanasia y que esta no se opone a los cuidados paliativos, sino que los complementa. Leyó testimonios de pacientes con enfermedades terminales que solicitan la eutanasia para evitar sufrimientos. “La decisión es si incorporamos el derecho de toda persona a decidir sobre el fin de su vida”, afirmó, emocionado al recordar casos concretos.

En contra, Andrés Grezzi (PN) sostuvo que la ley “no ofrece garantías” y que deroga un artículo del código de ética médica sin participación del cuerpo médico. Advirtió que legalizar la eutanasia “transforma el imaginario social” y puede generar presión sobre personas vulnerables para justificar su continuidad en la vida.

Gabriel Gurméndez (PC) también rechazó el proyecto, argumentando que es contrario a la Constitución, que protege la vida, y que no se puede aprobar sin garantizar antes el acceso universal a cuidados paliativos. Señaló que podría afectar más a los sectores pobres y llamó a evitar “normalizar una cultura de la muerte”.

El diputado nacionalista Federico Casaretto se opuso al proyecto de ley de Muerte Digna, argumentando que la eutanasia es más una medida económica que humanitaria. Sostuvo que en sus 29 años como médico nunca un paciente le pidió morir, sino aliviar su sufrimiento, lo que se logra con cuidados paliativos.

Advirtió sobre presiones económicas que podrían limitar el ejercicio de la objeción de conciencia en médicos jóvenes y criticó el artículo que exime de responsabilidad penal a quienes practiquen la eutanasia. Rechazó que esta se registre como muerte natural, señalando que tal disposición beneficiaría a aseguradoras. Concluyó que la ley “es por plata” y pidió que, si se aprueba, se declare explícitamente en los certificados de defunción.

Fernando Amado (FA) defendió la propuesta como coherente con el batllismo, mientras que Walter Verri (PC) anunció su voto a favor pero pidió evitar politizar el debate, considerándolo un asunto de conciencia y valores.

Rodrigo Goñi (PN) criticó que la ley habilite la eutanasia a personas con discapacidad y “clínicas privadas de muerte”, además de brindar “impunidad” a quienes la practiquen.

Gustavo Salle (IS) calificó la iniciativa de “improponible” y “absurda”, al sostener que la vida no es un derecho sino “un presupuesto ontológico”. Comparó la eutanasia con prácticas del régimen nazi, lo que generó rechazo en el FA.

Por su parte, Gerardo Sotelo (PI) defendió el proyecto como un marco legal claro y seguro para ejercer lo que definió como “el último acto de libertad” de una persona, sin desatender el valor de la vida.

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