La utilización del aserradero supone un ahorro importante para la UTU ya que permite cortar tablas, maderas y postes para mejorar las instalaciones agrarias de las distintas sedes de la institución, y evita tener que comprar insumos en el mercado como se hacía anteriormente. De esa manera, ese dinero puede destinarse a otro tipo de gastos o inversiones, explicó el director del Programa de Educación para el Agro de UTU, Juan Fitipaldo
Recuperación de alambrados que carecían de mantenimiento, producción de madera, tablas y postes son algunas de las tareas que los alumnos de la carrera Técnico Forestal, de la Escuela Agraria y Polo Educativo Tecnológico Tacuarembó, realizan para cumplir con las prácticas del curso, y además, aportan un beneficio extra y muy valioso: dan soporte y surten de materiales a las 34 escuelas agrarias distribuidas en todo el país, en función de sus requerimientos y necesidades.
Hace un año que el sueño del aserradero propio se hizo realidad en Tacuarembó, gracias a la compra de un equipo de origen australiano Lucas Mill. Se adquirió a partir de la recomendación de los docentes de esta tecnicatura cuya duración es de dos años.
“Cuando se inició se usaba un aserradero móvil pero no era nuestro, sino que era un préstamo. Como había que devolverlo, el año pasado dijimos, ‘vamos a comprar uno que sea nuestro’”, cuenta el ingeniero agrónomo Juan Fitipaldo, director del Programa de Educación para el Agro.
La herramienta, que funciona con motor a combustión, tiene la particularidad de que puede trasladarse de un lado al otro sin inconvenientes gracias a su fácil y rápido armado y desarmado.
Este equipo permite cortar cualquier tipo de árboles según las medidas requeridas, hacer tablas de distintas dimensiones, ya sea para arreglar un embarcadero, armar o reparar corrales, o las mangas donde se trabaja con el ganado.
“Reparamos y generamos nuevas instalaciones ganaderas en sitios donde no había o estaban en mal estado, hacemos nuevos alambrados, todas dinámicas fundamentales para poder tener un buen manejo de los animales y del sistema productivo”, explica Fitipaldo. Y añade que esto redunda en un buen trabajo de producción y de enseñanza.
El aserradero móvil se instala en el campo auxiliar de la escuela, próximo al monte, con el objetivo de que los alumnos de la tecnicatura adquieran conocimientos, logren cumplir con las asignaturas prácticas, y a la vez, produzcan material para las diferentes escuelas agrarias de UTU del país.
“No vendemos, hoy trabajamos exclusivamente en la parte educativa y práctica con los alumnos del curso y en ir haciendo materiales para nuestras escuelas”, apunta Fitipaldo.
Destaca que supone un ahorro importante ya que se evita tener que salir a comprar insumos al mercado o en comercios, como se hacía en otra época. De esa manera, dice, ese dinero puede destinarse a otro tipo de gastos o inversiones.
Por último, el Programa de Educación para el Agro a cargo de Fitipaldo trasciende la actividad forestal. Incluye cursos agrícolas ganaderos con diversas especialidades, así como una escuela de lechería y producción de quesos, que también apunta a la excelencia y calidad educativa.
“Tenemos una moderna fábrica de quesos. Estos alimentos se consumen en las escuelas, se llevan a un local de ventas que tenemos en UTU central, y se les vende a los funcionarios y los que pertenecen a la enseñanza. Toda gente vinculada a la ANEP es partícipe de la compra de esos productos”, concluye Fitipaldo.