“Era el que faltaba, fue quien apretó el gatillo”, dijo el abogado Martín Etcheverry, que representó a la familia Vaz en el juicio, y señaló que esto “cierra un ciclo de mucha angustia”.
La jueza de Maldonado Viviana Barlocco determinó este jueves la condena por la pena máxima al sicario del profesor Edward Vaz, cuyo asesinato ocurrió en 2018, en la causa de la llamada Mansión del sexo. El delito imputado al hombre, que se denominó como “Alfa” durante todo el proceso, fue el de homicidio especial y muy especialmente agravado y la pena es de 30 años de prisión.
El sicario era la única persona que quedaba pendiente de condena en este caso, ya que su situación se tramitó aparte por una “decisión estratégica”, según dijo el fiscal del caso, Sebastián Robles, a El País. El hombre fue identificado pocos días antes de que se realizara la acusación y había negado su participación en el caso.
“Era el que faltaba, fue quien apretó el gatillo”, dijo por su parte el abogado Martín Etcheverry, que representó a la familia Vaz en el juicio, y señaló que ya comunicó a sus representados la decisión judicial. “Están muy contentos”, afirmó, “ya que esto cierra un ciclo de mucha angustia”.
La condena para el resto de los implicados en el crimen del profesor de inglés Edward Vaz, ocurrido el 9 de julio de 2018, había sido ejecutada en agosto de 2020 y ratificada en mayo de 2021 por el Tribunal de Apelaciones en lo penal de 2° Turno.
A pedido del fiscal del caso, Sebastián Robles, la magistrada Ana Guzmán había condenado a seis personas por el crimen de Vaz. Lulukhy Moraes, expareja de Vaz y una de las ideólogas del crimen, fue condenada a 24 años de penitenciaria por “un delito de coautoría de homicidio especial y muy especialmente agravado”.
Mauro Machado, pareja de Moraes al momento del crimen y que también fue señalado como otra de las mentes en el homicidio, fue condenado a la misma pena de prisión por el mismo delito.
En esa instancia también fue condenado a 24 años de prisión Mathías Guarteche, amigo de Machado y encargado de contratar a los sicarios; Carlos Alberti, quien tocó el timbre de la casa de Vaz para que saliera; Leticia Giachino, amiga de Moraes y Franco Silvera, empleado.
El País / Foto: Ricardo Figueredo